Manuel García. Tratado completo del arte del canto. Handout materials and quotations (Feb. 2013). Presentation at the Taylor Institution. University of Oxford.

The following quotations and commentaries complement Dr. Lucía Díaz Marroquín’s presentation “Rhetorical strategies, national stereotypes and the expression of emotion through voice and gesture; from Julio Cerone to Manuel P. García”.

You may also watch our short documentary “Manuel Patricio García: el científico del bel canto” (RTVE; La 2. Con-Ciencia series. 3:55 min).

University of Oxford. Taylor Institution. February 2013.

“No es verdad que se pueda reproducir con trazos de verdad una pasión que  jamás se ha experimentado. Digamos, incluso, que para reproducir adecuadamente un sentimiento, si no someterse a su acción, al menos sí hay que representarse vivamente su imagen, para que baste con animarse ligeramente para experimentar las emociones alegres o tristes que se pretende expresar”.

“La naturaleza atribuye a cada sentimiento caracteres distintivos: un acento, una modulación de la voz, etc. Si se rogara o se amenazara recurriendo a timbres, modulaciones o acentos diferentes de los que exigen la amenaza o la plegaria, lejos de intimidar o enternecer, sólo se conseguiría resultar ridículo. Cada individuo cuenta, según su naturaleza o posición, con una manera singular de sentir y expresarse. La edad, los hábitos morales, la organización, las circunstancias exteriores, etc., modifican un sentimiento determinado en función del personaje que lo experimente o lo exprese y obligan al artista a variar sensiblemente su color”.

“Para descubrir el tono propio de cada afecto y sus rasgos acompañantes (timbre, movimiento, grado de fuerza en la articulación, etc.), el estudiante debe leer atentamente el texto para, inmediatamente, sumergirse en todo aquello que pueda ayudarlo a conocer el personaje. Con estos antecedentes, recitará su papel en forma hablada con tanto abandono e inocencia como asumiría si tuviese que expresar un  sentimiento propio. La calidad verdadera que se comunica a la voz cuando se habla sin premura es la base sobre la que se regula la expresión  cantada”.

“Al ofrecer el consejo de expresar cada sentimiento, no queremos decir que sea necesario inventar una imagen para cada palabra y expresarlas todas independientemente. Si se hiciera esto sólo se conseguiría resultar falso y pueril a la vez. Sólo se prestará atención a los detalles según su importancia en relación con el conjunto. Este primer ejercicio tiene el objetivo de encender el alma y de hacer surgir los acentos más propicios a la empatía, los que sólo una vigorosa inteligencia instintiva puede inspirar”.

“Los signos que revelan la pasión son:
1º Los movimientos de la fisonomía.
2º Las diversas alteraciones de la respiración.
3º La emoción de la voz.
4º Los diferentes timbres.
5º Las alteraciones de la articulación.
6º La fluidez del habla.
7º El ascenso o descenso de los sonidos.
8º Los diversos grados de intensidad de la voz”.

“La fisonomía o la expresión de los rasgos fortalecen la expresión vocal y sirven  para hacerla más comunicativa y más persuasiva. Esta concordancia de rasgos y voz es el procedimiento que, habitualmente, denota una pasión franca. El desacuerdo entre la acción externa y el acento de la voz no puede ser otra cosa que la expresión de un sentimiento vivo que se intenta disimular: de este modo se traicionan la vergüenza, la mentira, etc. Así pues, comunicar a la fisonomía y a la voz dos expresiones contrarias sería dar lugar a un verdadero contrasentido”.

“Los suspiros, en toda su variedad, se producen mediante el frotamiento más o menos enérgico, más o menos prolongado del aire contra las paredes de la garganta, sea debido a que entre aire en los pulmones, sea porque éste salga expulsado de ellos. Cuando se utiliza el primer medio se puede modificar el frotamiento con el fin de obtener el sollozo e incluso el estertor, si las cuerdas vocales entran en juego”.

“La risa es una especie de espasmo convulsivo del que la voz sólo puede escapar mediante sacudidas y movimientos entrecortados. Recorre entonces, subiendo y bajando, una escala poco regular pero muy extensa. Hay que renovar la respiración frecuente y rápidamente y esta necesidad, junto con el estrechamiento que se opera en el órgano vocal, ocasiona con cada inspiración un estertor bastante intenso. En la interpretación musical se debe evitar en la medida de lo posible la excesiva concreción y la sequedad de la nota escrita. Al contrario, se deben imitar el abandono y la melodía de la risa natural. Una risa franca y provista de ritmo musical sólo se obtiene al cabo de un largo estudio”.

“El trémolo sólo debe emplearse en aquellos casos en los que se pretenda pintar sentimientos que nos emocionan profundamente en la vida real: la angustia de ver a alguien querido en peligro inminente, las lágrimas que nos arrancan algunos movimientos de cólera o venganza, etc. En estas mismas circunstancias, su uso debe venir regulado por el gusto y la mesura. Tan pronto como se exagera su expresión o su duración, se hace fatigoso y pierde su gracia. Aparte de los casos especiales que acabamos de indicar, hay que evitar alterar en lo más mínimo la seguridad del sonido, pues el efecto reiterado de la oscilación vocal hace la voz caprina. El artista que contrae este defecto intolerable pronto será incapaz de frasear cualquier clase de línea musical. Algunas voces bellas se han perdido así para el canto”.

“Bastan algunas pruebas para asegurar que cada pasión, por muy ligera que resulte, afecta a su manera al órgano vocal y modifica la capacidad, la forma, el grado de rigidez de éste; en una palabra: todas sus condiciones físicas. El órgano resulta ser así un molde que se transforma sin cesar bajo la acción de las pasiones más diversas, a medida que va dejando su impronta en los sonidos que emite. Gracias a su admirable flexibilidad, este órgano ayuda, hasta cierto punto, a la descripción de los objetos exteriores, como se puede observar incluso en la simple conversación”.

Manuel Patricio García. “La expresión”. Tratado completo del arte del canto. Ed. Lucía Díaz Marroquín y Mario Villoria. Kassel: Reichenberger, 2008. II, IV.

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